Vine con la extraña sensación de que podía abrir una puerta, dejar de lado por un rato lo que es tan visible –su cuerpo, claro– y concentrarme en aquello que pocos miran o quieren mirar: su interior (y que ella preserva tan bien). A las once de la noche, luego de una sesión de fotos híper hot, la rubia (28 años, signo Escoprio) se baja de los 17 centímetros de taco y plataformas (“mido 1,63”, confiesa), se cubre sus 95–54–89 (“peso entre 41 y 43 kilos, flaquita pero con formas”, dice) con un suéter de hilo y, acurrucada en un sofá del estudio fotográfico, se relaja completamente para la charla. Veamos, entonces, si ahora puedo abrir la puerta de lo que Luciana Salazar esconde.

–Sos una mujer contundente, desde tu presencia hasta tu forma de pedir lo que querés. ¿De qué dudás?
–¡Uf, de tantas cosas! Por momentos siento mucha presión. Cuando duermo y me doy cuenta de que no pude hacer lo que quería… El paso del tiempo me pone muy mal.

–¿Tenés miedo de envejecer?
–No, me molesta sentir que el tiempo pasa muy rápido. Tengo muchas cosas para hacer y poco tiempo para hacerlas. Eso me pone loca: los objetivos no cumplidos. ¡Todo lo quiero ya! Soy sumamente impaciente. Me gustaría vivir más relajada, pero me perturba descubrir que tengo cuentas pendientes.

–¿Por ejemplo? ¿Qué cuentas pendientes reconocés?
–Me coparía ser madre. ¿Cuándo? Ya, urgente. Pero tengo mil cosas para hacer antes, cosas que no puedo hacer con un bebé. Igual, no tengo dudas: el día más feliz de mi vida va a ser cuando tenga un hijo.

–¿Por qué postergás tu sueño de ser madre? ¿Qué es más importante hoy?
–Es un problema de tiempos. Cuando sea madre me voy a dedicar por completo a mi hijo. Por eso, antes quiero sentirme realizada a nivel profesional.

–¿Cuál es tu meta?
–Desarrollar mi carrera en la música.

–¿Soñás con el Gran Rex o en tu fantasía asoma el Madison Square Garden?
–Sueño con viajar y mostrar mi música por el mundo.

–No hablamos todavía del padre de esa criatura. Siempre aparecés sola, sin pareja. ¿Tenés miedo a enamorarte y ponés una barrera muy alta entre vos y los demás? ¿O te hicieron sufrir mucho?
–Nunca sufrí por amor. La complicada acá soy yo: nací con un ideal, con una novela en la cabeza.

–Pero los príncipes no son azules, los caballos blancos están desteñidos…
–¡Ya sé! Pero no dejo de pensar que mi chico puede ser como el de un cuento de hadas. Idealizar puede hacer que prefiera estar sola antes que estar con alguien que no me satisfaga por completo. ¿Mientras tanto? Hoy me estoy divirtiendo…

–¿Divirtiendo? ¡Arrasás, te llevás todo puesto!
–(risas) No es para tanto… Porque, aunque no busque al hombre para casarme, soy exigente.

–Los hombres que están con vos no se dejan apabullar así nomas, ¿cierto?
–Si al lado mío tengo un muñeco que puedo dominar, me aburro enseguida. Yo necesito a alguien que haga que se me caiga la baba por él. Nací para tener un hombre importante a mi lado.

–Ah, te gusta que te tengan cortita.
–(piensa) Me gusta el hombre que me pone en mi equilibrio. Que no me altere, que me trate bien, hablo de un pibe tranquilo, que me diga las cosas como son, que me aconseje sabiamente, que se haga respetar. Y, en el plano sexual, que le guste divertirse como a mí.

–Hablando de sexo, sos como un personaje de dibujito animado que cobró vida: vivís posando… ¡y lo hacés tan bien! Es algo natural en vos, dominás todo tu cuerpo, desde las pestañas hasta la punta de los pies. A la hora del sexo, ¿lográs relajarte o hacés un show en la cama?
–(ríe a carcajadas) Monto un show, pero me relajo. Esa es mi forma de divertirme. Me copa tener a mi hombre siempre dentro de una fantasía. Cuando me case, no pienso ser la típica mujer que hace el amor todos los días: a mí me gusta hacerlo bien.

–Te cuento que cuando estás casada no existe eso de todos los días…
–¡Menos mal! Porque tampoco es lo que pretendo. Me gustaría sorprender a mi marido. No te digo todos los días, pero quisiera darle algo divertido a la pareja. ¿Qué? Disfraces, por ejemplo.

–Perdoname que insista: ¿en algún momento te entregás sin importar si la pose te favorece, si se te marca la celulitis?
–Sí, soy relajada y gozo mucho. No quiero que me vean mal. ¡Mi forma de gozar es volver loca a mi pareja!

–¿Y a cuántos hombres volviste locos? ¿Muchos?
–Y… yo trato que todos. Por suerte, nunca me llevé un chasco. Nunca me pasó con ninguno de no poder “concretar”. Debo haber hecho bien los deberes…

–¿Qué te hace feliz? ¿En qué momento se cae la máscara de Luli Love y aparece Luciana?
–Yo siempre soy Luli Salazar. Luli Love es la parte exagerada y divertida de mi vida. Pero nunca dejo de ser yo misma, ni monto un personaje. Cuando no estoy cómoda, me pongo muy tímida. Yo salgo de mi casa con gorrito, toda tapada… ¡Los vecinos me preguntan si les tengo miedo!

–¿Tenés miedo de la mirada ajena cuando no estás protegida por tu personaje?
–¿Miedo? No. Pero la gente es muy prejuiciosa y yo estoy muy expuesta, muestro mucho el cuerpo… Entonces trato de preservarme como puedo.

–¿Cuál es el juicio más equivocado que han hecho sobre vos, el que más te dolió?
–Inventan muchas cosas tristes… Hace poco leí que yo quería volver “a mi rostro de antes”, que me empecé a sacar cosas para volver a ser la que era. ¡Por favor! No hay nadie más conforme consigo misma que yo… La persona que no está bien consigo misma, no triunfa en la vida. No le va bien. Y yo soy una chica con fuerza, que cumple todos sus objetivos. Igual, no salgo a desmentirlo porque no me van a creer.

–¿Qué creés que pensamos las mujeres sobre vos?
–La mujer es competitiva. A veces ven una chica voluptuosa, muy sexy, y tienen prejuicios. Ojo, no todas, las mujeres que me conocen tienen la mejor onda conmigo. Saben que soy cero roba-maridos, que no planteo competencias; pero desde chica tuve problemas con las mujeres, sufrí mucho. Mi forma de ser es muy avasallante y, encima, me gusta seducir indiscriminadamente. ¡No sólo a los hombres! Esa personalidad a veces cae mal en la gente, prejuzgan. Pero tengo amigas mujeres de fierro.

–¿Te sentís más cómoda en el universo masculino?
–Sí, los hombres no son tan competitivos.

–¿Cuál es la cifra más loca que te han ofrecido para hacer algo?
–Cientocincuenta mil dólares. ¿Para qué? Por dos meses de teatro, pero dije que no. Tinelli también me ofreció muchísima plata para hacer comedias musicales, pero preferí no hacerlo porque estoy enfocada en mi carrera como cantante.

–De los galanes argentinos, ¿te gusta alguno?
–Mmm… No, de acá ninguno. ¡Prefiero deportistas!

–¡Cierto! ¿Quién te parece buen mozo?
–El puma Juan Martín Hernandez, los hermanos Pieres… ¿Cuál? ¡Los tres! Y también Nacho Figueras.

–Hablando de belleza, ¿te angustia el deterioro físico que traen los años?
–Hoy, con todo lo que existe, te podés mantener divina hasta no sé cuando… ¡Mirala a Mirtha! Yo me voy a querer ver divina hasta en la tumba.

–Yo te asocio con Nacha Guevara. ¿Estás dispuesta a hacer cualquier cosa para conservarte divina?
–Cualquier cosa, no. Pero juro que voy a hacer todo lo posible, sin pasarla mal, para verme espléndida.

–¿Qué te gustaría hacer por los demás?
–Sueño con estar con un hombre que me ayude en un proyecto solidario. Me matan los ancianos, que son los más desprotegidos. No les pagan la jubilación, hacen mil horas de cola en Anses…

–A propósito, ¿votaste?
–No estaba en el país. Lo que está pasando es tremendo. Como dijo Tinelli, estamos viviendo una guerra interna, llena de odio, de maldad. Pasa en todos los ámbitos, repercute en toda la sociedad: no hay límites, todos hacen lo que quieren, nadie pone un freno. ¿Cómo puede ser que la gente no sepa lo que se está votando? ¡Nadie conoce las leyes que van a salir! La vida del otro no vale dos mangos.

–¿Te gustaría vivir en otro país?
–Me encantaría vivir en otro país, aunque amo la Argentina. Pero mi país hoy no me da la seguridad que tengo afuera. No hay respeto por la gente, no hay respeto por la vida… Tenemos que tomar conciencia, empezando por los gobernantes. Yo no veo que haya gente idónea para hacer el cambio. ¿Sabés qué pasa? A la gente honesta e idónea no la dejan llegar arriba.

–¿El poder corrompe?
–Por supuesto. Hay que transar con cosas muy feas. Por eso creo que la presidencia es un rol masculino. El hombre posee una dureza que la mujer no tiene, porque somos más sensibles. Mucha gente no va a estar de acuerdo con lo que digo, pero es mi opinión.

–¿Sos millonaria, Luli?
–¡No! Y estoy muy lejos de serlo…

–Como preguntaría Mirtha Legrand: toda la plata que tenés... ¿te la ganaste con honra?
–Más que honra, te diré.

–Si no llegás a encontrar a tu hombre ideal, ¿serías madre soltera?
–No buscaría tener un hijo sin padre. Pero si me llega, podría tenerlo sola.
Por Connie Ansaldi. Fotos: Santiago Turienzo.

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