Para triunfar no alcanza con ser rubia y de ojitos claros”
La sanjuanina de 21 años no es sólo una de las top models de Multitalent Agency; también dedicó casi toda su vida a la danza clásica, al punto que es profesora. Una diosa que en el amor se define como “muy compañera y dócil”, pero que por el momento rehúye los compromisos formales.


Tenía el destino marcado desde la panza de su madre, Mili. “Es que ella jamás dejó de bailar, prácticamente hasta el día en que nací”, cuenta María Emilia Claudeville, hija de Ricardo, médico ginecólogo, y de Alejandra, docente de danzas clásicas. Esta diosa que hoy tiene 21 años, 1.73 de altura, 51 kilos y curvas de 87-60-90, a los dieciséis –cosa lógica teniendo una bailarina en su casa, en la ciudad de San Juan–, se recibió de profesora de baile, “aunque no tengo pensado ejercer”.

Hace seis años decidió dejar su provincia para probar suerte en Buenos Aires –de todos modos, terminó la secundaria en el Colegio Católico de Cuyo, con un plan de estudio a distancia– y mal no le ha ido: la modelo de Multitalent Agency no sólo forjó una carrera sobre la pasarela, sino que también es conductora del ciclo FTV Fashion Week. Pero eso sí, no se olvida de sus orígenes: “Soy lo que soy gracias al apoyo de mi familia. Si a ellos no les hubiera gustado mi carrera, jamás la habría empezado”.

–¿La danza te ayuda a tener disciplina en tu vida?
–Sí, es una herramienta clave con la que cuento. Aprendí a cuidar mi cuerpo, a ser exigente y a mantener un orden en diferentes ámbitos que hacen a lo cotidiano. A veces, las chicas piensan que cuidarse es no comer, y están equivocadas. Al cuerpo hay que conocerlo y cuidarlo. A mí me ayudó mucho en mi laburo. Siempre dije que el baile es la terapia que no hago. Uno ocupa su cabeza en algo que sabe que le va a hacer bien.

–¿Por qué no seguiste los pasos de tu mamá?
–Porque siempre tuve la inquietud de ser modelo. La danza fue algo que heredé y lo otro es algo que yo elegí. Si tomo el baile como un trabajo, seguro que no me va a gustar. Prefiero considerarlo como mi cable a tierra.

–¿Es tan terrible el mundo del modelaje para que sea necesaria esa terapia?
–Nah... Es una forma de decir. Soy una chica con mucha energía, y eso es un shot de satisfacción que me regalo dos veces a la semana con mi profe, Manuel Ludueña. Aunque hoy lo mío pasa por el flying low

. –¿Flying low?
–¡Es un flash! Cuando vi su técnica me dije: “Esto es para mí”. Toma elementos del baile clásico y del yoga; requiere de mucha energía. Soy inquieta, me gusta estudiar (en la primaria era la abanderada) y estar preparada para todo. El flying low es un desafío que acepté, al igual que las clases de teatro que empecé con Andrea Kiperman.

–Algunas chicas piensan que más que estudiar, en tu profesión “rinden” los escándalos.
–Mirá, hoy para ser modelo no alcanza con ser rubia y de ojos claros. Y en lo que a mí respecta, me gusta saber que estoy respaldada por un buen estudio. Aprendí a mantenerme callada y al margen de los escándalos.

–Entonces, ¿ni ahí te imaginás participando en Bailando por un sueño?
–Es una posibilidad que me llamen, porque varias chicas de la agencia estuvieron –y están– en ShowMatch. Sobre todo teniendo en cuenta que soy bailarina. Además, me encanta que se cumplan sueños a través del arte. Pero...

–¿Siempre hay un pero?
–Cuando llega el momento de las peleas, no me divierto. El juego mediático no es para mí. Me asusta tanta exposición. Tinelli es tan grosso que tiene el poder de hacer famoso a alguien absolutamente desconocido.

–Imagino que con un envase tan deseado y un importante background cultural, debés tener un candidato muy feliz.
–A ver... (hace un silencio, piensa…)

–¿Tan difícil es decirlo? ¿No estarás buscando una respuesta diplomática para quedar bien con alguien en especial?
–(Risas) ¡Noooo! En pareja no estoy, te lo juro. Pero tengo 21 años... A mi edad, nadie está solo.

–¿En el amor también te considerás “clásica”, como en la danza?
–No soy nada clásica, y tampoco me gusta que sean así conmigo. Los reventaditos tienen algo seductor que me divierte y llama mi atención, lo admito. Igual, no estoy en pareja, porque decidí que sea de esta manera.

–¿No será que sos una chica... digamos... complicada?
–Soy una mujer con mucha personalidad. Depende de cómo sea la otra persona puedo ser una perra o una mujer muy dócil.

–¿Sufriste amores enfermizos?
–¡No, por suerte! Las veces que estuve de novia fui muy feliz, y si terminábamos era en buenos términos. ¡Para loca ya estoy yo! Me gusta vivir amores sanos, cero complicaciones. Soy clara. Yo les explico todo de entrada. No quiero que después se lleven sorpresas.

–¿No te da ganas de quedarte cada vez que volvés a San Juan?
–Y... Cuando estoy allá busco los lugares que me dan felicidad. La relación con mi gente siempre fue increíble; soy muy familiera. Amo ir los domingos a mi finca, donde nos juntamos con mis abuelos, tíos y primos, que son personas maravillosas. Me encanta el campo, andar a caballo y disfrutar del aire libre.

–Venir a una ciudad tan grande siendo tan joven, ¿te cambió mucho?
–¡Muchísimo! Me hizo saltar diez años de mi vida. Si me comparo con mis amigos de San Juan, noto un acelere inevitable. Pero es algo que me gusta y a lo que le saco provecho. Si en Buenos Aires hiciera siesta... ¡me perdería el día! Pero mis valores están intactos. Eso está tatuado en mi personalidad. Son cosas que te enseña la familia y que no se pueden borrar.

gente Por Romina Redl. Fotos: Diego García.