Lejos de los típicos bombones y rosas, cada día son más las mujeres que en el día de San Valentín buscan sorprender a su pareja con algo diferente, como una sensual sesión fotográfica al estilo "pin up".

A pesar de que este movimiento tiene casi sesenta años, no pasa de moda y muchas mujeres se sienten atraídas por las imágenes de chicas sonrientes y con aire provocativo que dieron colorido a los anuncios y calendarios de la década de los años 50.

En una fecha tan señalada como el 14 de febrero, donde el amor y el erotismo se mezclan en partes iguales, estudios como "Terribly Girly", en Miami, se ven desbordados por las peticiones de mujeres que buscan algo "subido de tono" para la ocasión y que no tienen complejos para ponerse delante de una cámara ofreciendo su lado más sexy.

"En la época de San Valentín las muchachas quieren dar regalos a sus parejas o a sí mismas. La fotografía de tipo pin up es un buen regalo", explicó Janette Valentine, fotógrafa.

Ginelle Lago es una de esas jóvenes que busca dar una sorpresa a su enamorado con unas fotografías para el Día de San Valentín. Antes de ponerse en manos de la peluquera, Ginelle revisa el vestuario y las diferentes opciones para su caracterización.

Primero le aplican una plancha para el pelo y luego es maquillada: delineador en los ojos, pestañas postizas y un lápiz labial rojo como corresponde a toda "pin up".

Tras el maquillaje entra de nuevo en acción la peluquera para terminar el peinado con unas extensiones rosas coronadas por un gorrito. "Normalmente el maquillaje y el peinado son distintos pero bien clásicos, se demoran una hora y media y la fotografía como unos treinta minutos", calcula Janette.

Cuando la cliente se viste para posar delante de la cámara se produce la prueba de fuego para evaluar la labor llevada a cabo.



En el estudio se preparan los flashes y el decorado, que se compondrá de un fondo rosa y unos corazones de cartulina con mensajes escritos en su interior. Es entonces cuando del vestuario sale Ginelle con un vestido y unos zapatos rojos dispuesta a darse los últimos retoques.

"Se ponen nerviosas al principio, pero se sienten más cómodas cuando se ven peinadas y maquilladas. Cualquier mujer se lo puede hacer si se siente segura de sí misma y quiere hacer algo distinto", agregó.

Al comenzar la sesión fotográfica, Ginelle sigue al pie de la letra las instrucciones de Valentine que le piden una sonrisa, que levante una pierna o que ponga cara de asombro. La clienta se desenvuelve bien y con total naturalidad.

"Pensé que es algo bonito y original. Un buen regalo para mi novio con motivo de San Valentín", afirma Ginelle orgullosa de verse tal como había imaginado.

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