Quiero un amor de verdad. Le temo al reloj biológico. Huelo el fracaso de esta relación. Busco a alguien que me ame como quiero que me ame. Decime cuánto te importo. Incluime en algo de tu vida. No se puede morir de amor, pero hay amores que causan grandes malestares”. ¿Ficción o realidad? ¿Telenovela rosa o compromiso profundo? ¿Planteo adolescente o desesperación a los treinta? “Hay un poco de todo esto en la vida, pero en la obra Corazón idiota tocamos los extremos”, dice Carla Peterson (35), protagonista junto a Griselda Siciliani (31). Ambas saben actuar, cantar y bailar. Y, para satisfacción de ellas y del público, es difícil adivinar cuál fue el primer camino que llevó a los otros, porque no flaquean en ninguno.

Pero hagamos un poco de historia. La rubia y la morocha se conocieron durante las grabaciones de Sos mi vida, la exitosa tira de Pol-ka. Peterson era la Constanza cruel, y Siciliani, la tontuela prima Debi (novia del personaje que interpretaba el actor Mike Amigorena, el novio de Carla en la recientísima vida real). De tanto compartir camarín, pelucas y disparates, se hicieron amigas íntimas. Una amistad verdadera, con llamados a trasnoche, consuelos en piyamas y tragos al amanecer.

–¿Nunca compiten?
Griselda: Muchos actores encaran juntos proyectos independientes, pero es más habitual que se dé entre hombres. ¿Por qué será? (risas). Entre nosotras se dio una suerte de generosidad y de compañerismo que no es habitual entre dos mujeres con egos como los nuestros. Y... ¡somos arianas!
Carla: Siempre nos ayudamos, nos damos confianza y nos complementamos. En la vida y en el trabajo.
Griselda: Hago teatro desde los 18, pero cuando tengo la suerte de encontrar un amigo en un elenco me cambia el día, la semana, la temporada...
Carla: Sabemos desde qué lugar elegimos ser actrices y todo lo que pasamos para llegar.
Griselda: Es que el trabajo no es lo más importante… Yo disfruto del estrés laboral, sabiendo que después tengo mi descanso. Convengamos que no estoy cargando bolsas en el puerto: hago lo que me gusta. Y si trabajo mucho, significa que me está yendo bien.

–¿Están siempre pendientes una de la otra?
Carla: Hay momentos en que nos llamamos mucho…
Griselda: Ahora compartimos tres horas en el camarín, antes de la función. Cuando termina nos vamos a cenar. ¡Después de tres días quedamos tan agotadas que con los mensajes de texto alcanza y sobra!
Carla: Cuando tengo que tomar una decisión, a veces le pregunto qué opina. Un “¿qué te parece?” final…
Griselda: Alguna vez tuvimos algún “¡no, no, no, no hagas eso!”. ¡Menos mal!
Carla: En general, opinamos parecido. Vamos por caminos diferentes, pero hacia la misma dirección.
Griselda: En el trabajo le tuve que insistir bastante para que se animara a bailar y a cantar. Apenas la escuché, supe que cantaba súper bien.
Carla: Y a mí me dio mucho orgullo verla en La forma de las cosas, de Veronese, que era su primera obra de texto. Pero no todo es trabajar: también hacemos nuestras compritas. Y nos regalamos revistas… Disfrutamos de este tiempo de juventud, belleza y alegría. ¡Y de los bombones!
Griselda: ¡Merengues!
Carla: ¡Sex and the City! También nos juntamos por Palermo, nos visitamos en nuestras casas y sumamos a otras amigas que tenemos en común. ¡Por suerte nos tomamos vacaciones separadas!
Griselda: Ahora estamos pensando en una escapada de tres días. Hace falta cortar un poco con Buenos Aires.

–¿Escapan de las cámaras?
Carla: Trato de tomarme el revuelo mediático con humor. Ya aprendimos bastante y tenemos algunos dichos, como: “En la playa relajate, pero por las dudas siempre llevá una buena bikini”. Todavía me sorprende salir en las tapas de las revistas… Lo que más me cuesta es la historia que se arma alrededor. Pero tampoco puedo estar controlando todo.
Griselda: ¡Nunca vengo a la pileta del Faena a tomar sol con pulseras doradas! (muestra las que tiene puesta para la producción fotográfica)... Algo así pasa con la prensa. A veces, ahí tampoco estoy yo, sino lo que se cuenta de mí. Publican cuentos que se parecen a nuestras historias, así como nosotras nos parecemos un poco a las chicas del traje de baño y los vestidos escotados de esta nota...

–¿Se sintieron asediadas cuando se conocieron sus historias con Suar y con Amigorena?
Griselda: Nadie está asediado, excepto Maradona. Hace dos años que puedo decir que tengo un vínculo serio con Adrián. Cuando se supo me sentí expuesta, pero no puedo hablar de sufrimiento, como dicen algunas personas. La mayoría de los que de alguna manera estamos en el espectáculo, más que sufrir, tenemos que agradecer por todo lo bueno que nos pasa.

Fueron más de cinco meses de bailar, cantar y actuar, repetir escenas una y otra vez, y armar los perfiles de dos mujeres-amigas que buscan quien las ame como ellas quieren. Y parece que no son la excepción: jueves, viernes y sábados, la sala Pablo Neruda del complejo Paseo La Plaza rebosa de mujeres y hombres que parece estar muy de acuerdo con la propuesta de Corazón idiota. Después de un receso en diciembre, volverán con más funciones en la temporada 2010. “Es un espectáculo muy fuerte, que nos exige mucho físicamente, como todas las excelentes obras que escriben y dirigen Ana Frenkel, Carlos Casella y Daniel Cúparo”, aclara Peterson. “Armamos un equipo compacto, y en cada función actualizamos el lenguaje escénico: si es necesario, cada movimiento y cada línea pueden cambiar”, dice Siciliani.

–Las dos ya hicieron grandes éxitos de los llamados “comerciales”. ¿Por qué eligieron volver al under?
Griselda: Nadie te asegura nada. Siempre hay que hacer un salto. Después de cada función, sudada y desfigurada, la miro a Carla y a los otros actores (Fernando Tur, Leo Kreimer, Rakhal Herrero y Diego Rosental) y pienso: “¡Qué bueno que hicimos esta obra!”.
Carla: Necesitaba probarme. No quería quedar encasillada, ni esperar el llamado de una productora.

Griselda aceptó ser parte del elenco de Revista nacional, obra producida por Adrián Suar, en 2005. Al poco tiempo, el dueño de Pol-ka la invitó a ponerse en la piel de Flor, la secretaria del señor Nielsen, personaje que él interpretaría en la tira Sin código. “Novios, novios, recién hace dos años”, aclara la morocha. La rubia, en cambio, parece obviar las fechas. “Apenas nos estamos conociendo. No puedo ponerle un rótulo a algo que recién empieza”, explica Carla, justificando su intención de hablar más de ella que de Mike Amigorena, su reciente relación, luego de que terminaran Los Pells.

–¿Se imaginaban con parejas mediáticas?
Carla: Yo me convertí en alguien más público de lo que pensaba. Lo que pasó con Mike me sorprendió también a mí. Es muy reciente y todavía no lo puedo descifrar. El viene con su fama y sus cosas, y yo con las mías… No sabemos lo que puede pasar.

–Lo que sí se sabe es que son la pareja del momento…
Carla: Todo eso pasa…

–¿Y Griselda, la primera dama...?
Griselda: ¡Lo detesto! Esos titulares son incómodos, porque en realidad me siento mucho más que un rótulo, una palabra que inmediatamente me relaciona con otra persona. Y encima con Adrián, que no es presidente de nada…

–¿Y qué es Suar para vos?
Griselda: Es un compañero de trabajo del que me enamoré, como la cajera de un banco se puede enamorar del chico del escritorio de al lado.

–¿De qué se enamoraron?
Griselda: De lo cotidiano, de lo que compartimos todo el tiempo… Y, según el compañero, con el tiempo decidís si vale la pena bancarse la mochila que carga.
Carla: Hay cosas que todavía prefiero guardar para mí.

–¿Cómo son enamoradas?
Griselda: Mimosas…
Carla: Independientes queda mejor, Gri. Trato de tener una buena relación, de ser lo más cariñosa posible y de estar dispuesta a recibir ese cariño. No me gustaría llegar a mi casa y estar sola, triste y sin alguien con quien compartir las pavadas que me fueron pasando durante el día. Pienso en el futuro, en una familia y esas cosas…

–¿Cómo es Suar en la intimidad de la pareja?
Griselda: ¡Uyyyy! Adri es muy romántico, y yo también soy súper romántica. Además, es muy cariñoso… Pero yo más: soy muy pegotera. Por suerte, nos reímos mucho juntos: le festejo todo lo que dice, y él a mí.

–Veo que el humor es algo que te importa mucho.
Griselda: ¡Totalmente! Creo que el humor y la inteligencia son dos cosas muy importantes que debe tener un hombre para seducirme.

–Y vos, Carla, ¿podés decirnos algo de Mike? ¿Es tal cual se lo ve en la tele?
Carla: Sí, es una persona encantadora. Pero yo soy callada. No me gusta hablar de esto… Todavía me impresiona lo que produjo en la gente que fuéramos pareja… ¡Hasta llegaron a preguntarme si los besos que nos dimos en Los Pells eran de verdad!

–¿Acaso eran de mentira?
Carla: Ja, ja, ja... ¡Claro que eran de mentira.

–Pero supongo que algo te atrajo de él…
Carla: Mike me gustó cuando lo fui a ver cantar con Ambulancia. ¿Y sabés por qué? Porque no se sabía la letra y fumaba habanos todo el tiempo. Me impactó.

–¿Sueñan con casarse, la fiesta y el vestido blanco?
Griselda: No soy del estilo Susanita. No me interesa el casamiento.
Carla: A mí me gustan las fiestas, pero no me importa una boda. Es que nos casamos tantas veces en las tiras que ya no tiene gracia. ¡La tele nos quitó la fantasía!
Griselda: Enamorada me reconozco igual que cuando tenía 18: soy como una adolescente. Pero los que cambian son los proyectos de vida.

–Supongo que quieren tener hijos...
Carla: Sí, sí, sí. Ser madre es algo muy fuerte.
Griselda: Yo quiero tener un hijo, pero no todavía.
Carla: Por eso teníamos que sacarnos las ganas de hacer una obra juntas: para que nos den los tiempos, y después ser mamás. A los cuarenta, capaz que no puedo ni tener un hijo ni me da el cuerpo...
Griselda: ¡Es el reloj biológico! Puede pasar que los planes no salgan tal como los pensamos, pero bueno, al menos lo intentamos… ¡Lo único que te pido, Carla, es que tengamos un hijo al mismo tiempo!

Fuente: Gente, Por Romina Ryan. Fotos: Christian Beliera. Producción: Mariano Caprarola.

0 comentarios